VELOCIDAD, PASIÓN Y FIESTA: así se vivió la NASCAR MÉXICO CUP
- Enfoque Revista
- hace 6 días
- 2 Min. de lectura
Rugieron los motores, vibraron las tribunas y la adrenalina fue protagonista. El Autódromo Hermanos Rodríguez vivió un fin de semana inolvidable con la llegada de la NASCAR México Cup Series y la Xfinity Series Chilango 150, eventos que reunieron a miles de fanáticos en una fiesta de velocidad, emoción y espectáculo automovilístico sin precedentes.
Desde muy temprano, los colores, los uniformes y las gorras de escuderías empezaron a llenar los alrededores del circuito. Familias, amigos, grupos de fanáticos e incluso curiosos se reunieron para disfrutar de una jornada que no solo fue de carreras, sino también de convivencia, música y orgullo por la presencia de talentos nacionales e internacionales en una de las pistas más emblemáticas del continente.
Una remontada para la historia
Uno de los momentos más impactantes del fin de semana fue, sin duda, la carrera de la Xfinity Series Chilango 150, en la que el piloto regiomontano Daniel Suárez logró una remontada histórica.
Salió desde la posición 39 y, vuelta tras vuelta, demostró su temple, técnica y capacidad para superar obstáculos hasta llevarse el primer lugar ante una afición que no dejó de aplaudir su hazaña. Suárez no solo ganó: hizo vibrar al autódromo con una actuación memorable que quedará grabada como una de las grandes gestas del automovilismo reciente.

El rey de la NASCAR México Cup Series
En la NASCAR México Cup Series, el protagonismo fue para el neozelandés Shane van Gisbergen, quien cruzó la meta en primer lugar con una carrera precisa y sin errores.
Con su estilo frío, pero agresivo, demostró por qué es una de las figuras más sólidas del automovilismo internacional. Su victoria fue celebrada tanto por su equipo como por los asistentes, quienes reconocieron su impecable desempeño.

Más que carreras: un festival de emociones
Pero el fin de semana no solo se trató de velocidad. En cada rincón del autódromo había algo para disfrutar: zonas de comida, activaciones de patrocinadores, música en vivo y áreas de descanso donde los fans podían relajarse entre carreras. Fue un evento para todas las edades, que logró combinar lo mejor del deporte motor con el ambiente familiar y festivo que solo la Ciudad de México sabe dar.
El ambiente fue eléctrico, pero también alegre y cálido. Hubo firmas de autógrafos, selfies con los autos, y merchandising que voló de los estantes. Sin duda, una experiencia completa que dejó a todos los asistentes con ganas de volver a escuchar ese rugido inconfundible de los motores.
El éxito del evento confirma una vez más que México es tierra fértil para el automovilismo, y que los fans nacionales no solo están presentes, sino comprometidos con el deporte. La mezcla de talento mexicano, figuras internacionales y una producción de primer nivel dejó claro que estas fechas son más que carreras: son celebraciones de velocidad, pasión y comunidad.
La NASCAR se fue, pero la emoción se quedó grabada en el asfalto… y en el corazón de cada aficionado.


Comentarios